Cuento de Hadas, de Stephen King

 

CUENTO DE HADAS

Stephen King

2 / 5 ⭐



Hacía tres o cuatro años que no leía ninguna novela de Stephen King, ya fuese alguno de sus clásicos o una de las múltiples novedades que ha ido publicando en este tiempo. El Instituto, por ejemplo, me llama la atención, pero no he terminado por hacerle el hueco que necesita.

La verdad que tras la lectura de Cuento de Hadas no me han quedado ganas de leer a King por una temporada. Al menos en lo que a novela nueva se refiere. Los clásicos siguen siendo los clásicos y hay mucha obra excelente entre ellos. Ver al autor volviendo al mundo de la fantasía en su carrera me parecía una buena oportunidad para adentrarme en esta historia.

El resultado ha sido decepcionante.

Cuento de Hadas es un tocho de casi novecientas páginas que se puede dividir en dos partes. Sabemos desde la propia sinopsis que el elemento clave de la novela es el portal a otro mundo que se esconde en un cobertizo. Lo que sucede antes de atravesar ese portal viene a ser la primera de esas partes, en torno a un cuarenta por ciento.

En estas primeras horas de lectura Cuento de Hadas es una novela realista bastante consistente y emocionante en la que conocemos al protagonista Charlie, al anciano Howard y la perra de este, Radar. Tras salvar la vida a Howard tras una caída se fortalece una amistad entre ambos que termina, tras el fallecimiento del primero, llevándonos a cruzar este portal a otro mundo. Y la historia, visto lo que viene a continuación, bien podría haber acabado ahí y hubiera quedado una novela costumbrista interesante y recomendable.

La segunda parte de la novela, la puramente fantástica, es un tostón de cientos de páginas totalmente lineal, con nula originalidad para los que venimos del género fantástico y sin apenas giros que sorprendan. Incluso los propios personajes con los que Charlie se encuentra allí son irrelevantes y planos como ellos solos.

Y el final. Qué decir del final. Tras casi novecientas páginas se lo ventila de la manera más anodina posible.

Una decepción mayúscula que no recomiendo a nadie.


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