LA APELACIÓN
Janice HallettTraducción de Luz Achával Barral
Ático de los Libros
512 páginas
Esta es una novela curiosa. Una historia de detectives en la que, sin
embargo, no aparece un solo detective. Una historia sobre un asesinato cuyo
cadáver no aparece hasta el ultimo cuarto de novela. Una investigación que no
es llevada a cabo por la policía o las autoridades pertinentes, sino que son dos
empleadas de un bufete de abogados leyendo pruebas. Y, con ello, una novela que
ha sido un rotundo éxito de ventas en el Reino Unido natal de la autora y que
recientemente ha llegado a España de la mano de Ático de los Libros, editorial
a cargo de las novelas de Stuart Turton, por ejemplo.
Pensaba que me enfrentaba a una novela clásica de misterio. La portada parecía
dejarlo bien claro. Tenemos un asesinato, quince sospechosos y hay que
descubrir la verdad. Un libro con un punto de partida de lo más clásico, aunque
íntegramente contado con correos electrónicos, mensajes, notas de periódico e
informes policiales. Sin apenas diálogos propiamente dichos. Y esto no es lo
más destacado. Creo que fue pasadas las cien primeras paginas cuando me di cuenta
de que La Apelación, en realidad, es una novela muy distinta.
El libro vendría a ser la montaña de carpetas y folios que les endosan a
dos empleadas de un bufete de abogados. Ellas, igual que nosotros, comienzan a
leer todos los emails y mensajes entre los numerosos personajes que
aparecen. En apenas una veintena de páginas ya tenemos un necesario resumen de
nombres y roles que ayudan enormemente durante la primera mitad de la novela.
Durante esas comunicaciones conocemos las actitudes y formas de ser de cada uno
de ellos, desde aquellos con más poder adquisitivo a los que menos. Conocemos
detalles de sus familias, cotilleos personales y sobre el pueblo donde vive la mayoría,
traiciones y, en definitiva, una guía paso a paso de lo que cada uno hace en su
día a día. Algo así como si juntáramos todas nuestras redes sociales, gracias a
las cuales podríamos escribir una relativamente detallada línea temporal de
todas nuestras acciones. Y, sin embargo, el asesinato sigue sin tener lugar.
Con todas estas pruebas, en el último cuarto de novela vemos a la pareja
protagonista dilucidando sobre quién puede haber sido el asesino de uno de los
personajes. El titulo de la novela es La Apelación y, como tal, ellas se
encuentran preparando la apelación de unos de los personajes que ha sido
encarcelado por el asesinato que dice no haber cometido. Al más puro estilo
Agatha Christie (uno de los blurbs de la novela así lo anuncia), las
pruebas cobran sentido en el tramo final y, lo más interesante, nosotros como
lectores las hemos tenido delante durante toda la lectura. Una especie de juego
al que enfrentarnos y confirmar nuestras sospechas junto a las protagonistas.
En el lado menos positivo, el inicio resulta tan confuso por el número de
nombres como lento por la exigencia narrativa de presentarnos a dichos
personajes con comunicaciones que apenas van a tener relevancia en el
esclarecimiento del caso. Por otro lado, suponer que todo esto quedase escrito
en correos electrónicos hace tres o cuatro años, en un mundo ya dominado por la
mensajería instantánea, resulta sorprendente. Por eso es mejor verlo como
mensajes que como emails propiamente dichos.
No os dejéis engañar por las más de quinientas páginas de La Apelación.
El formato epistolar hace que las pasemos a toda velocidad. El ejercicio
novelístico de llevar esta historia acabo se merece una lectura como si de un libro
juego hablásemos, donde el lector puede convertirse en detective por unas horas
e intentar descubrir al asesino al mismo tiempo que se desvela en el libro. Un
reflejo de un trabajo detectivesco que obliga a ciertas suposiciones antes de
que la verdad reflote entre tantas pruebas aparentemente insustanciales.
512 páginas
Esta es una novela curiosa. Una historia de detectives en la que, sin
embargo, no aparece un solo detective. Una historia sobre un asesinato cuyo
cadáver no aparece hasta el ultimo cuarto de novela. Una investigación que no
es llevada a cabo por la policía o las autoridades pertinentes, sino que son dos
empleadas de un bufete de abogados leyendo pruebas. Y, con ello, una novela que
ha sido un rotundo éxito de ventas en el Reino Unido natal de la autora y que
recientemente ha llegado a España de la mano de Ático de los Libros, editorial
a cargo de las novelas de Stuart Turton, por ejemplo.
Pensaba que me enfrentaba a una novela clásica de misterio. La portada parecía
dejarlo bien claro. Tenemos un asesinato, quince sospechosos y hay que
descubrir la verdad. Un libro con un punto de partida de lo más clásico, aunque
íntegramente contado con correos electrónicos, mensajes, notas de periódico e
informes policiales. Sin apenas diálogos propiamente dichos. Y esto no es lo
más destacado. Creo que fue pasadas las cien primeras paginas cuando me di cuenta
de que La Apelación, en realidad, es una novela muy distinta.
El libro vendría a ser la montaña de carpetas y folios que les endosan a dos empleadas de un bufete de abogados. Ellas, igual que nosotros, comienzan a leer todos los emails y mensajes entre los numerosos personajes que aparecen. En apenas una veintena de páginas ya tenemos un necesario resumen de nombres y roles que ayudan enormemente durante la primera mitad de la novela. Durante esas comunicaciones conocemos las actitudes y formas de ser de cada uno de ellos, desde aquellos con más poder adquisitivo a los que menos. Conocemos detalles de sus familias, cotilleos personales y sobre el pueblo donde vive la mayoría, traiciones y, en definitiva, una guía paso a paso de lo que cada uno hace en su día a día. Algo así como si juntáramos todas nuestras redes sociales, gracias a las cuales podríamos escribir una relativamente detallada línea temporal de todas nuestras acciones. Y, sin embargo, el asesinato sigue sin tener lugar.
Con todas estas pruebas, en el último cuarto de novela vemos a la pareja
protagonista dilucidando sobre quién puede haber sido el asesino de uno de los
personajes. El titulo de la novela es La Apelación y, como tal, ellas se
encuentran preparando la apelación de unos de los personajes que ha sido
encarcelado por el asesinato que dice no haber cometido. Al más puro estilo
Agatha Christie (uno de los blurbs de la novela así lo anuncia), las
pruebas cobran sentido en el tramo final y, lo más interesante, nosotros como
lectores las hemos tenido delante durante toda la lectura. Una especie de juego
al que enfrentarnos y confirmar nuestras sospechas junto a las protagonistas.
En el lado menos positivo, el inicio resulta tan confuso por el número de nombres como lento por la exigencia narrativa de presentarnos a dichos personajes con comunicaciones que apenas van a tener relevancia en el esclarecimiento del caso. Por otro lado, suponer que todo esto quedase escrito en correos electrónicos hace tres o cuatro años, en un mundo ya dominado por la mensajería instantánea, resulta sorprendente. Por eso es mejor verlo como mensajes que como emails propiamente dichos.
No os dejéis engañar por las más de quinientas páginas de La Apelación. El formato epistolar hace que las pasemos a toda velocidad. El ejercicio novelístico de llevar esta historia acabo se merece una lectura como si de un libro juego hablásemos, donde el lector puede convertirse en detective por unas horas e intentar descubrir al asesino al mismo tiempo que se desvela en el libro. Un reflejo de un trabajo detectivesco que obliga a ciertas suposiciones antes de que la verdad reflote entre tantas pruebas aparentemente insustanciales.
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