ECHO
Thomas Olde Heuvelt
Hodder & Stoughton416 páginas
Leer el primer capítulo de Echo justo antes de echarme a dormir no
fue una buena idea. Lo que sin duda fue una buena idea es plantear un inicio de
libro tan potente como este. Que te ponga los pelos de punta y te deje una sensación
de agobio que haga que casi cualquier cosa que el autor te proponga en las
siguientes paginas parezca un juego de niños. O, quizá, no sea una buena idea.
Depende de las expectativas.
Vaya por delante que no he leído Hex (sí, lo sé…) pero con las
buenas criticas que siempre he leído y oído al respecto creo que me pondré con
ello más pronto que tarde. Este es la segunda novela de Thomas Olde Heuvelt que
se traduce fuera de su idioma natal, el holandés. Hex fue todo un
bestseller que se tradujo a un sinfín de idiomas y, por tanto, asumo que la traducción
de Echo llegará más pronto que tarde a nuestro castellano. Asumo también
que de la mano de Nocturna Ediciones, dado el éxito de la ópera prima de
Heuvelt.
Más allá del primer capítulo, Echo es una novela de mal rollo casi continuo
pero no demasiada “acción” como podría entenderse habitualmente. Un desarrollo
que con un puñado de escenas impactantes consigue hilar toda una historia que
bebe de muchos clásicos de la literatura de terror. Para ello solo hace falta
ver los nombres de los capítulos en la novela, todos ellos títulos de grandes clásicos
como H.P. Lovecraft o Shirley Jackson, por nombrar solo un par de ellos.
La obra arranca con Nick Grevers, uno de los protagonistas, postrado en la
cama de un hospital. Apenas recuerda los detalles que le han llevado allí pero sí
recuerda el ascenso al pico Maudit en los Alpes junto a su colega Augustin.
Este ultimo se le ha dado por muerto dado que no se ha encontrado su cadáver,
quedando únicamente las palabras de Nick antes de ser rescatado como testigo de
lo que sucedió en esa montaña maldita. Este suceso lo ha cambiado
completamente, tanto física (tiene la cara vendada por las heridas producidas)
como mentalmente (Nick parece una persona sin alma, sin esperanza, sin razón para
vivir).
Sam Avery es el novio de Nick. Tras varias dudas sobre como apoyar a su
pareja, terminan por volver a un pueblo cercano al pico Maudit en un intento
por hacer que Nick pierda el miedo a lo que allí sucedió y recobrar parte de la
vitalidad perdida.
La novela es, principalmente, un estudio psicológico sobre dos lados de la
balanza muy distintos. Por un lado está Sam, a medio camino entre la preocupación
y el entusiasmo por intentar que Nick recupere su vida anterior. Sin embargo,
por otro lado, tenemos a Nick, de cuyo trauma conoceremos el origen a través de
los diarios que se alternan con los capítulos vistos desde el punto de vista de
su pareja. El gran miedo de Sam es comprobar cómo lo sucedido en la montaña va
a moldear su nueva personalidad. Nick esta extraño, poco hablador, taciturno.
No es el Nick que Sam conocía.
Echo ha sido una novela con importantes altibajos. Tras un inicio potente
llegan capítulos de descubrimiento tanto para el lector como para los
protagonistas. Sucesos extraños empiezan a tener lugar pero, una vez pasado
este primer tercio de libro, la novela entra en un bucle larguísimo donde los
dos personajes se rayan la cabeza continuamente durante unas pocas horas de
lectura. Sinceramente, durante este tramo, que vendría a suponer el segundo
tercio de lectura, estuve a punto de abandonar el libro. A pesar de que oficialmente
el volumen, en su edición física, “solo” tiene unas cuatrocientas páginas su tamaño
de letra es notablemente pequeño, lo que hace que la lectura cunda como la de
un libro de seiscientas. Algo que no favorece a ese tramo intermedio, donde
apenas avanzamos en ningún sentido, que se me hizo muy pesado.
Sin embargo, en el ultimo tercio de la historia, que coincide temporalmente
con el espeluznante inicio del que hablaba anteriormente, toda la trama que
rodea a Nick y Sam remonta (y nunca mejor dicho, ya me entenderéis) para darle
un final correcto y cerrado. Involucrar a todo el pueblo donde los personajes
se encuentran también ayuda a ampliar la magnitud de esta historia. Empiezan a
salir a la luz sucesos que ni los personajes ni el lector conocían dando una dimensión
adicional a la novela. En este sentido, la estructura de la novela funciona
perfectamente, con dos puntos de vista que se alternan y dan información que
solo cada uno de ellos ve o ha visto.
Echo contiene muchos detalles técnicos sobre escalada y montañismo que demuestran
que Heuvelt es un conocedor de la materia. De la misma manera, la radiografía psicológica
de estos dos personajes es muy detallada a pesar de, con ello, llevarse por
delante buena parte del ritmo de la historia durante su segundo tercio. Una
novela que se cuece a fuego lento y que no puedo recomendar por completo. Que
bebe de grandes y reconocibles clásicos para crear una historia entre lo cósmico
y lo terrenal que gustará a los amantes de un terror más sugerente que explícito.
Leer el primer capítulo de Echo justo antes de echarme a dormir no
fue una buena idea. Lo que sin duda fue una buena idea es plantear un inicio de
libro tan potente como este. Que te ponga los pelos de punta y te deje una sensación
de agobio que haga que casi cualquier cosa que el autor te proponga en las
siguientes paginas parezca un juego de niños. O, quizá, no sea una buena idea.
Depende de las expectativas.
Vaya por delante que no he leído Hex (sí, lo sé…) pero con las
buenas criticas que siempre he leído y oído al respecto creo que me pondré con
ello más pronto que tarde. Este es la segunda novela de Thomas Olde Heuvelt que
se traduce fuera de su idioma natal, el holandés. Hex fue todo un
bestseller que se tradujo a un sinfín de idiomas y, por tanto, asumo que la traducción
de Echo llegará más pronto que tarde a nuestro castellano. Asumo también
que de la mano de Nocturna Ediciones, dado el éxito de la ópera prima de
Heuvelt.
Más allá del primer capítulo, Echo es una novela de mal rollo casi continuo
pero no demasiada “acción” como podría entenderse habitualmente. Un desarrollo
que con un puñado de escenas impactantes consigue hilar toda una historia que
bebe de muchos clásicos de la literatura de terror. Para ello solo hace falta
ver los nombres de los capítulos en la novela, todos ellos títulos de grandes clásicos
como H.P. Lovecraft o Shirley Jackson, por nombrar solo un par de ellos.
La obra arranca con Nick Grevers, uno de los protagonistas, postrado en la
cama de un hospital. Apenas recuerda los detalles que le han llevado allí pero sí
recuerda el ascenso al pico Maudit en los Alpes junto a su colega Augustin.
Este ultimo se le ha dado por muerto dado que no se ha encontrado su cadáver,
quedando únicamente las palabras de Nick antes de ser rescatado como testigo de
lo que sucedió en esa montaña maldita. Este suceso lo ha cambiado
completamente, tanto física (tiene la cara vendada por las heridas producidas)
como mentalmente (Nick parece una persona sin alma, sin esperanza, sin razón para
vivir).
Sam Avery es el novio de Nick. Tras varias dudas sobre como apoyar a su
pareja, terminan por volver a un pueblo cercano al pico Maudit en un intento
por hacer que Nick pierda el miedo a lo que allí sucedió y recobrar parte de la
vitalidad perdida.
La novela es, principalmente, un estudio psicológico sobre dos lados de la balanza muy distintos. Por un lado está Sam, a medio camino entre la preocupación y el entusiasmo por intentar que Nick recupere su vida anterior. Sin embargo, por otro lado, tenemos a Nick, de cuyo trauma conoceremos el origen a través de los diarios que se alternan con los capítulos vistos desde el punto de vista de su pareja. El gran miedo de Sam es comprobar cómo lo sucedido en la montaña va a moldear su nueva personalidad. Nick esta extraño, poco hablador, taciturno. No es el Nick que Sam conocía.
Echo ha sido una novela con importantes altibajos. Tras un inicio potente
llegan capítulos de descubrimiento tanto para el lector como para los
protagonistas. Sucesos extraños empiezan a tener lugar pero, una vez pasado
este primer tercio de libro, la novela entra en un bucle larguísimo donde los
dos personajes se rayan la cabeza continuamente durante unas pocas horas de
lectura. Sinceramente, durante este tramo, que vendría a suponer el segundo
tercio de lectura, estuve a punto de abandonar el libro. A pesar de que oficialmente
el volumen, en su edición física, “solo” tiene unas cuatrocientas páginas su tamaño
de letra es notablemente pequeño, lo que hace que la lectura cunda como la de
un libro de seiscientas. Algo que no favorece a ese tramo intermedio, donde
apenas avanzamos en ningún sentido, que se me hizo muy pesado.
Sin embargo, en el ultimo tercio de la historia, que coincide temporalmente con el espeluznante inicio del que hablaba anteriormente, toda la trama que rodea a Nick y Sam remonta (y nunca mejor dicho, ya me entenderéis) para darle un final correcto y cerrado. Involucrar a todo el pueblo donde los personajes se encuentran también ayuda a ampliar la magnitud de esta historia. Empiezan a salir a la luz sucesos que ni los personajes ni el lector conocían dando una dimensión adicional a la novela. En este sentido, la estructura de la novela funciona perfectamente, con dos puntos de vista que se alternan y dan información que solo cada uno de ellos ve o ha visto.
Echo contiene muchos detalles técnicos sobre escalada y montañismo que demuestran que Heuvelt es un conocedor de la materia. De la misma manera, la radiografía psicológica de estos dos personajes es muy detallada a pesar de, con ello, llevarse por delante buena parte del ritmo de la historia durante su segundo tercio. Una novela que se cuece a fuego lento y que no puedo recomendar por completo. Que bebe de grandes y reconocibles clásicos para crear una historia entre lo cósmico y lo terrenal que gustará a los amantes de un terror más sugerente que explícito.
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