THE JUSTICE OF KINGS
A tenor de lo que se puede leer en reseñas y comentarios en las redes sociales todo indica que este puede terminar por ser uno de los libros del año. Con su salida en inglés prevista para febrero de 2022 y una traducción al castellano ya anunciada en Gamon para finales del mismo año, no pude sino acercarme a conocer lo que Richard Swan propone para lo que supone su debut en el mundo de la fantasía.
Como spoiler rápido de mi propia reseña ya adelanto que he salido bastante decepcionado de la propuesta. Pero vamos primero con un muy breve repaso a lo que podréis encontrar argumentalmente.
La historia sigue el periplo de Sir Konrad Vonvalt, un magistrado designado por el emperador del mundo donde se sitúa la historia para investigar y juzgar los casos que sucedan en los pueblos y ciudades que encuentre a su paso y, posteriormente, encargarse de ejecutar dichas sentencias. Durante uno de esos casos, además, empiezan a llegarle rumores de una conspiración para derrocar el imperio tal y como es conocido en ese momento. Esto le obligara a dividir sus fuerzas en dos frentes y poner todo en riesgo.
Esto viene a ser la sinopsis oficial resumida, la cual resultaba interesante a priori. Sin embargo, hay dos aspectos que ahí no se mencionan y que para mi gusto echan abajo la novela.
Por un lado, la novela al completo se cuenta desde el punto de vista de la secretaria que lo acompaña tanto a él y a un guardaespaldas. Ella es uno de los pocos personajes femeninos que aparecerán durante la historia y cuya aportación durante gran parte de la narración se basa en simplemente relatar lo que ella va viendo en cuanto al comportamiento de Vonvalt a la hora de interrogar sospechosos, entablar relaciones con los poderes de las poblaciones y el proceso de llevar a su fin los juicios y ejecuciones requeridas.
Existe la esperanza durante buena parte de la novela de que su punto de vista termine por ser clave en el devenir de los acontecimientos o que aporte algo más que dos o tres acciones anecdóticas, una trama romántica o una descripción de manual de lo que va viendo. Lamentablemente no es así y enfocar el texto desde este punto de vista es una decisión que, para mi gusto, lastra la lectura una vez superados los capítulos iniciales de descubrimiento.
Por otro lado, uno de los componentes fantásticos más importantes de la novela son los poderes que atesora Vonvalt, el magistrado protagonista. Dos, principalmente. Por un lado, la nigromancia, la cual le permite establecer contacto con personajes ya fallecidos para intentar descubrir quién ha acabado con su vida o de qué fue testigo en vida. Algo bastante útil, por cierto, cuando quieres resolver casos criminales. Por otro, una especie de voz que obliga a quien recibe una pregunta por su parte a responder con toda la verdad y no poder mentir o irse por las ramas.
Vonvalt hace uso de estos poderes de manera muy aleatoria. En ocasiones los usa rápidamente y obtiene toda la información (ok) mientras que en otras parece olvidarse de ellos o, mejor aún, hay un momento donde dice que no lo va a usar para no cansar físicamente a quien recibiría la pregunta (?). Sinceramente, no me ha convencido el uso de estos poderes y por momentos me sacaba de quicio en cuanto a su uso ocasional.
Además de la obvia influencia de The Witcher (a muchos niveles) en este libro, hay una que a los lectores en castellano les va a sonar mucho: El Arcano y el Jilguero, de Ferran Varela. Viendo The Justice of Kings y la inversión realizada, me hubiera gustado ver qué hubiera pasado si la novela de Varela hubiera caído en manos de Orbit. Una pena porque es una novela muy superior a la de Swan.
Supongo que si pasas por alto
estos problemas que he tenido leyendo The Justice of Kings, la lectura
pueda ser divertida. Para ser completamente sincero, leí la novela bastante
rápido porque tenía curiosidad por ver cómo terminaba todo este embrollo y
tiene buen ritmo. Es bastante autoconclusiva aunque está anunciada como
trilogía y por ello tiene algunos cabos abiertos al final de donde tirar en la
siguiente entrega. Una entrega a la que no tengo intención de acercarme salvo
que alguien de confianza me la recomiende especialmente.
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