Pablo Bueno reseña: 'El problema de la paz', de Joe Abercrombie

 


EL PROBLEMA DE LA PAZ

Joe Abercrombie
Traducción de Manu Viciano


Runas
712 páginas




Hoy tengo el placer de recibir en mi blog a Pablo Bueno, quien se anima a escribir unas líneas sobre la segunda entrega de la nueva trilogía de Joe Abercrombie. A Pablo lo conocéis tanto por sus novelas e historias cortas publicadas como por sus reseñas en la desaparecida Sense of Wonder o en el podcast Tryperion. ¡Bienvenido!

Con El problema de la paz ha llegado por fin la ansiada continuación de La era de la locura, la trilogía de Joe Abercrombie que está publicando el sello Runas en nuestro país. Si hace un año pudimos por fin hincarle el diente a la primera parte con Un poco de odio, tendremos que esperar todavía un poco para recibir la culminación, The wisdom of crowds, que se publicara en el último trimestre de este año en inglés.

Generalmente, cuando escribo una reseña suelo empezar desgranando las características más relevantes y las cuestiones que más y que menos me han gustado de la obra, pero es que hace ya tiempo que Abercrombie nos tiene acostumbrados a un nivel tan alto que no puedo esperar más para decir que me ha encantado. Y, de hecho, puede que haya sido el libro del británico que más he disfrutado hasta la fecha. ¡Y eso es mucho decir! Especialmente cuando se trata de un segundo volumen de trilogía que, a menudo, es el de transición, el de reposo tras las sorpresas del primero y la toma de impulso para la culminación. Pero aquí no. El bueno de Joe nos da una sonora bofetada literaria por si acaso nos estábamos quedando dormidos (que debe de ser algo imposible leyéndole) y nos arroja un volumen de más de setecientas páginas que se lee a la velocidad de un relato corto. Pero vamos por partes.

Por si alguien todavía no sabe dónde se ubica esta nueva trilogía, es importante recordar que  continúa la saga que comenzó con la también trilogía La primera ley. Este universo se amplió con otros tres volúmenes autoconclusivos que cronológicamente suceden después y se salpimentó con el libro de relatos Filos mortales. Es justo entonces cuando empieza La era de la locura. Y, aunque ya se ha comentado bastante, no puedo pasar por alto que el tiempo ha pasado también para el mundo y los personajes. Así, en Un poco de odio vimos que el elenco principal de la anterior “temporada” ha envejecido y son otros (en muchos casos sus descendientes más o menos directos) los que toman el papel protagonista. Lo mismo sucede con la evolución de los avances tecnológicos e, inevitablemente, sociales, de suerte que nos encontramos con una especie reflejo de nuestra propia revolución industrial.

Este avance del tiempo ha supuesto a veces el declive de otras sagas. No hace falta mencionar ninguna, seguro que muchos tenemos en la cabeza más de una que, al querer continuar lo iniciado con acierto por volúmenes predecesores se han estrellado contra el inmisericorde, y a veces injusto, muro de la comparación. Pues bien, aquí sucede justo lo contrario. Tras habernos encariñado con muchos de los personajes (si es que eso es posible con gentuza como la que Abercrombie crea a menudo…) de las anteriores sagas, debería resultar complicado saludar a los nuevos sin ciertas reticencias. Sobre todo cuando algunos de los veteranos son tremendamente carismáticos. Pues bien, el británico solo necesita un par de párrafos para encariñarnos y que cobremos un gran interés en la primera de las caras nuevas que veremos en esta saga. De hecho, los recién llegados pronto eclipsan a sus antecesores y toman la palabra con una seguridad y una presencia tan potente o más que aquellos. Casi hasta diríamos que los anteriores enriquecen a los nuevos con la alargada sombra que han proyectado sobre ellos mientras crecían, haciendo que sean más de lo que suman en solitario.

Joe Abercrombie. Foto: Lou Abercrombie

Y es que se nota que Abercrombie ha madurado su estilo en estos años. Ha refinado su método, ha mejorado la receta y, si antes era reconocido por crear personajes interesantes y tridimensionales con inusitada facilidad y rapidez, ahora lo hace todavía mejor. Pero es que también destaca en otras áreas, como el dominio del desarrollo de una trama muy compleja y, sobre todo, en los diálogos y las reflexiones que los personajes lanzan en medio de sus diatribas.

De este modo no es extraño que uno  empiece a mirar con cierta alarma la velocidad a la que avanza el libro. Las setecientas y pico páginas se hacen escasas, la lectura es ágil, divertida y siempre hay un gancho (o setenta) para seguir leyendo, para ver cómo demonios se va a deshacer una madeja que tiene todas las papeletas para naufragar y, sin embargo, triunfa de principio a fin.

Respecto a la trama en sí, no me extenderé, sobre todo para evitar los spoilers. Baste decir que los acontecimientos que tuvieron lugar en Un poco de odio tendrán sus repercusiones, en algunos casos MUY inesperadas, y que la evolución de los personajes prosigue, en la mayoría de los casos de forma tremendamente satisfactoria y disfrutable.

No puedo dejar esta reseña sin mencionar la magnífica labor del traductor Manu Viciano, que hace un trabajo impecable con un tipo de escritura que no debe de ser nada fácil de trasladar con precisión a nuestro idioma, mucho menos conservando la chispa del británico.

En definitiva, no puedo más que recomendar con todas mis fuerzas esta trilogía y este segundo libro. Quiero recordar además algo que ya se comentó en el podcast Tryperion: aunque cronológicamente esta obra es posterior a los demás libros de este mundo, puede ser un buen punto de entrada al mismo. Es decir, no hace falta haber leído nada de lo anterior para disfrutar de lo nuevo de Joe Abercrombie. Solo un aviso: este autor se hace mejor con el tiempo, casi con cada libro que publica. Así que si alguno sufre una crisis nerviosa por no poder esperar más la conclusión de la trilogía, que nos avisen, ¡serán bienvenidos al club!

Comentarios

  1. Magnífica reseña.
    Me he leído la trilogía de La primera ley pero no sabía que esperar de estos otros libros. Tampoco sabía que esperar de Filos mortales. ¡Muchísimas gracias!

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