Sabéis ese momento en que comienzas una novela y rápidamente encuentras una
conexión que hace que no puedas parar de leer sin importar la hora o día de la
semana. Esa es exactamente la sensación que tuve cuando apenas llevaba unas páginas
de El Morador, la primera novela de Daria
Pietrzak.
La autora de origen polaco y afincada desde pequeña en España nos trae una
historia de terror que desde el principio me tuvo enganchado. No quiero entrar
en detalles de la novela porque eso ya lo hice en la reseña que publiqué en
este blog. Lo que tuve bastante claro en el momento de pasar la última página
es que quería conocer más sobre Daria y su obra Por ello me puse en contacto
con ella vía electrónica para intercambiar unas preguntas y descubrir qué se
esconde en la casa protagonista de El Morador y conocer detalles detrás del
proceso de creación de una novela tan recomendable como esta.
Espero que disfrutéis de las respuestas tanto como lo hice yo cuando las
recibí.
Antes de entrar en detalles
sobre El Morador (Dilatando Mentes,
2021), conozcamos un poco más sobre ti. ¿Quién es Daria Pietrzak y cuándo y
cómo te entró el gusanillo por la escritura y, en concreto, el terror?
Verás, Borja, yo era una niña tímida y sonriente, de unos siete o puede que
ocho años de edad, con la gran suerte de tener una madre bibliotecaria;
recuerdo muchos días en la biblioteca del colegio público donde trabajaba,
pasando el rato entre libros, esperando a que terminara su turno para irnos a
casa. En aquel entonces me apasionaban los libros de caballos y dedicaba horas
a copiar las fotografías que veía en los libros sobre el papel, pero lo que de
verdad me fascinaba era aquel lugar. Estanterías y más estanterías repletas de
volúmenes, ni siquiera sabía lo que eran la mayoría de ellos y estoy convencida
de que la biblioteca era más bien modesta, aunque con los ojos de la infancia
la percibía inabarcable, pero no me importaba esperar allí el tiempo que
hiciera falta.
En aquella época, más o menos, tuvo lugar un hecho fortuito que me hizo
enamorarme definitivamente y sin posibilidad de salvación de la lectura y, en
concreto, de los libros en papel: vi una película llamada La historia
interminable. Y es curioso que el desencadenante de todo fuera una
película, y no un libro (aunque años más tarde leí la historia original), pero
lo cierto es que cuando vi a Bastian acurrucado en aquel polvoriento desván del
colegio, sepultado bajo una gruesa y vieja manta, devorando el libro con la
misma avidez que engullía aquella manzana, supe que yo quería ser como ese
niño. Quería sentir todas esas cosas que él estaba sintiendo, quería estar
exactamente en el mismo lugar y hacer las mismas cosas, quería experimentar lo
que significaba zambullirte de lleno en una historia hasta el punto de que el
resto del mundo carezca de importancia, aunque la tormenta se desate sobre tu
cabeza y unos matones te persigan para zurrarte, porque en ese momento tu mundo
es otro, tu mundo son miles de mundos y solo tienes que pasar una página más
para viajar hasta ellos.
Si me preguntas por el género la respuesta es sencilla y breve: escribo
sobre terror porque me da miedo. Soy una cobardica, no lo puedo evitar, y las
historias de terror me asustan aun a día de hoy. Cuando era pequeña escuchaba
las películas de terror de la televisión, en Noche de lobos, con los ojos tapados y escondida tras la espalda de
mi padre, pero en mi cabeza se desarrollaba otra película basada en los gritos
y conversaciones que oía y de esa manera era aún peor, porque mi imaginación
infantil era capaz de conjugar un horror que en la pantalla no tenía rival.
El miedo es una sensación que atrae y repele de igual manera porque siempre
hay algo que temer, ya sea real o imaginario, cercano o remoto, en esta vida o,
en última instancia, cuando llegue a su fin.
Hace un par de años se
publicó Cuentos Extraños (La Biblioteca
del Laberinto, 2019), una antología de cuentos cuya portada es, de nuevo, una
casa. Cuéntanos un poco más sobre qué contiene este volumen y lo que podemos
encontrar en su interior.
Cuentos extraños es mi primera aproximación al mundo literario
desde el otro lado. Se trata de una serie de historias sin relación
entre sí que ayudan al lector a formarse una idea bastante aproximada del tipo
de historias que me gusta escribir.
La historia principal y la que se representa en la portada es Katherine,
un angustioso relato de una mujer que debe enfrentarse sola a un intruso
que amenaza con penetrar en su casa; también podemos leer sobre la vida de
Pablo, un niño pequeño de una familia disfuncional que decide tomar las riendas
de su vida y lo hace a lo grande o dar un paseo por El Vecindario, un lugar tan idílico como mortal donde comenzar una
nueva vida o acabar con ella. Todas esas pequeñas historias han ayudado a dar
forma a El Morador y me han ayudado a
romper barreras y seguir adelante.
Ahora que hablamos de ellos, me doy cuenta de que es cierto que muchas de
mis historias o buena parte de ellas giran en torno al concepto del hogar. Y
eso se debe a que es el lugar más íntimo para cada uno de nosotros, es nuestro
santuario frente al mundo hostil de ahí fuera, nuestro refugio y donde nos
sentimos realmente tal y como somos; por eso es tan aterradora la idea de que
ese lugar pueda ser profanado, de que pueda ser mancillado por una fuerza
maligna o se convierta en el escenario de espeluznantes sucesos que transformen
su esencia para siempre. Porque, cuando nuestro hogar deja de ser un lugar
seguro para nosotros y nuestra familia, ¿qué más nos queda? ¿A dónde acudir?
Una de las cosas que más me
ha fascinado es tu forma de contar las cosas. Por ejemplo, el cómo describes el
primer acercamiento de Lis al sótano que ella nunca había conocido. Utilizas un
significativo número de páginas donde cada frase ayuda a crear un ambiente de
desasosiego creciente. Me recuerda en cierta manera a la buena época de Stephen
King.
Con eso insinúas que hay una época mala... Creo que sé lo que quieres
decir, y es una pena que no tengamos esta conversación de viva voz, porque
puede llegar un momento, después de leer todos y cada uno de los libros del
señor King, que las historias parecen entremezclarse y los personajes resultan
cada vez más difíciles de distinguir entre sí, pero esa es precisamente una de
las características que me gustan de su obra, porque leer un libro suyo es como
ponerse unas pantuflas viejas, en cuanto metes el pie te sientes como en casa y
es una sensación maravillosa.
En cuanto a mi propia manera de contar las cosas, eso se debe a que me
gusta recrearme en los pequeños detalles, creo que ahí reside la esencia de
todo lo que viene después y son los cimientos de las grandes historias. Los
elementos más banales pueden desembocar en situaciones insospechadas y es ahí
donde hay que prestar especial atención. En una situación de peligro nuestro
cuerpo se pone en guardia y nos alerta de que estemos preparados para huir o
luchar, pero, ¿qué hay de malo en bajar por unas escaleras? Aparentemente nada,
tan solo lo que aguarda al final.
El libro está estructurado
de una manera fragmentada, no solo en lo argumental sino en lo temporal. Y
aunque Lis sea la protagonista inicial, al final vemos una serie de personajes
cuyas vidas cambian al relacionarse con esta casa. ¿Te gusta este tipo de
narración? ¿Cuánto del planeamiento te supuso pensar en la estructura adecuada
a la hora de contar la historia?
Si tengo que responder con sinceridad a esto, como lectora a veces me saca de mis casillas que el autor se empeñe en llevarme de un lado a otro, hacia delante y hacia atrás en el tiempo, para contar una historia que me muero de impaciencia por desentrañar, y supongo que ese es el objetivo que conmigo tan buen resultado da. En mi caso no tenía previsto desde el principio que la narración se desarrollara de esta manera. La idea principal, porque siempre hay un hilo principal dentro de la madeja de lana, era el regreso de Lis a la granja familiar y a partir de ahí tenía intención de alternar entre sus recuerdos de la infancia y los sucesos del presente, pero por el camino me fui topando con muchos invitados no previstos, con historias que comenzaron a mezclarse con mi madeja y que me han llevado de un lugar a otro prácticamente de la mano, y no he podido oponerme.
El Morador es también una novela donde las mujeres
tienen el papel principal de la historia. ¿Fue intencionado desde el principio?
Ese es un punto que han comentado varias personas y que al principio me
sorprendió, aunque ahora estoy empezando a acostumbrarme. Creo que es normal
que las mujeres sean las protagonistas en mis historias, en El Morador y
en muchas de las otras, porque escribo desde mi punto de vista y desde mi
experiencia. Es lo que me ha hecho como soy lo que al mismo tiempo da forma a las
cosas que escribo, y es normal que tenga mi huella, espero que la tenga, sería
bonito dejar una marca de esa manera.
Otra de las cosas que me han
gustado mucho es cómo evitas explicar absolutamente todo, dejando algunos huecos
a la imaginación de quien lo está leyendo. Otras son obviadas deliberadamente.
¿Sentías la necesidad de dejar esos huecos para que le lector “juegue” a
rellenarlos en su cabeza?
Aquí hay un cincuenta por ciento de una cosa y otro cincuenta de otra. No
soy del todo consciente de la cantidad de huecos que han quedado, porque en mi
cabeza todo forma un todo, allí es donde viven todos esos personajes y sus
historias ahí dentro son completas y finitas, solo he intentado plasmarlas de
la mejor manera para que podáis conocerlas. Por otro lado, no veo necesidad en
explicar hasta el final cada suceso, creo que el lector es inteligente y
curioso, por eso pasa una página tras otra deseando desentrañar la historia que
se le presenta, y llevarle de la mano en un paseo guiado le arrebata la posibilidad
de disfrutar de la experiencia por su cuenta. Prefiero acompañarte hasta la
puerta de aquella casa, abrirla y presentarte a sus ocupantes, pero tienes que
entrar tú solo, yo te recogeré a la salida.
Hay una parte de la historia
que directamente se relaciona con las leyendas de la Europa del Este. ¿Era algo
que tenías planeado desde un inicio?
En absoluto, de hecho, es la última parte en sumarse a la madeja de
historias. Desde el principio subyacía la idea de que aquel mal del que se
hablaba tenía que provenir por fuerza de un lugar antiguo en contraposición a
nuestro mundo actual, un rincón remoto donde un ser de esa clase no sería
difícil de aceptar, donde la gente aún recuerda tiempos en que el mundo era
distinto y las sombras lo poblaban todo, donde el ser humano no era más que una
débil e indefensa criatura y la oscuridad era el más feroz depredador. Y ese
lugar tenía que ser por fuerza la vieja Europa, si algo así es todavía posible,
debe ser allí.
Si tuvieras que decir
algunos nombres ¿Cuáles son los autores/as y obras que consideras han
influenciado más tu escritura?
Como lectora compulsiva soy una oportunista, lo que quiere decir que leo
cualquier cosa del género que cae en mis manos. No obstante, tengo a mis
favoritos, a mis niños mimados a los que no puedo decir nunca que no; Stephen
King es uno de ellos, por supuesto, por cómo me hace sentir, por su
interminable capacidad de hacerme viajar a un lugar que irremediablemente me
cautiva; también he conocido por el camino a Tom Piccirilli y ha sido por una
bendita casualidad. Sus historias son perturbadoras, totalmente enfermizas, y
tiene una capacidad de revolverte las entrañas que adoro y que voy a echar de
menos. Otros amigos que siempre son bienvenidos y que no tienen que pedir
permiso para entrar son Peter Straub, Joe Hill (digno sucesor), Richard Laymon,
Clive Barker, Patricia Cornwell y el inigualable Neil Gaiman, a quien envidio
algo más que un poquito.
Personalmente me he quedado con muchas ganas de leer tus próximos trabajos e intentar conseguir la antología de Cuentos Extraños. ¿Qué tienes planeado para el futuro?
Hay historias por terminar y camino que recorrer, solo falta algo más de
tiempo.
En breve tengo planeado sacar un relato corto titulado La grieta en formato ebook; yo soy una seguidora sin posibilidad de redención de la literatura impresa, pero me apetece probar esta plataforma sobre todo por las posibilidades que ofrece a los autores primerizos. El formato digital, si bien carece para mí del encanto y la magia del papel, es accesible para cualquier lector por una cantidad realmente simbólica de dinero, y eso para muchos lectores es una ventaja y una buena manera de que se acerquen a conocer un producto que, de otra manera, puede que dejaran pasar de largo. Además, sería algo hecho por mí, de principio a fin, y eso lo hace aún más especial.
Hay otras dos novelas en distintos estados de composición: una de ellas toca de nuevo la idea de la casa, aunque esta vez se centra en todo un pueblo, un lugar que puede evocar al lector una lejana infancia, aunque no exactamente de la manera que recuerda. Espero que pronto pueda ver la luz de alguna manera y que podáis seguir leyéndome. Ojalá pueda llevaros a muchos lugares más, de la mano hasta el umbral y de un empujón hacia dentro.
Comentarios
Publicar un comentario