DORMIR EN UN MAR DE ESTRELLAS
880 páginas
*Esta reseña se ha escrito a partir de la versión inglesa de la novela. Es posible que algunos términos o nombres no concuerden con los de la traducción al castellano.*
La Space Opera es uno de esos subgéneros
literarios que, a su vez, permite su mezcla con otros géneros y temáticas logrando
un perfecto encaje. Thriller, política, ciencia, biología, sociología,
aventura, bélica y un sinfín de temáticas que a lo largo de la historia de la space opera ha creado un casi infinito
número de novelas muy diferentes entre sí.
Según iba leyendo Dormir en un Mar de
Estrellas tuve más claro que Paolini en algún momento escribió en un bloc
de notas de su ordenador todos los temas que en alguna ocasión han tocado la space opera. Posteriormente pensó en
cómo meterlos todos en un mismo libro. Y aquí estamos, con novecientas páginas
de aventuras por el espacio. A ver si soy capaz de resumirlo todo en unas
cuantas palabras menos.
La novela se sitúa en un futuro no demasiado lejano, mediado el siglo
XXIII. Kira, una xenobióloga, se encuentra explorando unas ruinas en la luna de
Adrasteia junto a otros científicos y científicas además de su novio, Alan.
Cuando han terminado los trabajos previstos y están a punto de abandonar la
superficie lunar, Kira decide echar un vistazo a algo que la ha llamado la
atención, lo que provoca que termine en unas ruinas de una antigua
civilización. Sin embargo, entre esas ruinas hay un pedestal cubierto de polvo
con el que tropieza, despertando a una especie de material viviente que la
envolverá cambiando su destino para siempre. Esta nueva piel que la cubre es de
un material negro capaz, entre otras cosas, de crear formas para defender a su
huésped en caso de sentirse atacado, algo que Kira tendrá que educar y aprender
con el paso de las páginas. Esta nueva piel tendrá otras características que
Kira ira descubriendo a base de práctica incluyendo el tener que acostumbrarse
a llevarla en todo momento. Y, además de todo esto, la aparición de unos seres
desconocidos venidos de otras zonas del universo a los que el traje parece
haberles llamado la atención de manera extraordinaria.
Decía que Dormir en un Mar de
Estrellas tiene prácticamente todo lo que una space opera puede dar. El traje que envolverá a la protagonista
desde la primera página permitirá a Paolini crear una historia de primer
contacto y descubrir un nuevo idioma y especie alienígena con la que Kira
tendrá que vérselas. Para controlar ese mismo traje, Kira tendrá que llevar a
cabo sesiones de prácticas que recuerdan enormemente a las aventuras de
fantasía donde el joven aprendiz debe convertirse en un maestro en el uso de su
arma. La protagonista, como xenobióloga, también se preocupara de ciertos
aspectos biológicos no solo de estos nuevos seres que el traje ha atraído sino
de las características internas de esta nueva piel y de las lunas que
visitaran.
La novela también tiene su componente político. Hace mucho tiempo desde que
la Tierra vivió sus mejores días, pero la humanidad sigue expandiéndose
creándose nuevos gobiernos y jerarquías. Todas ellas quieren tomar sus
decisiones en el futuro de Kira y su traje, que pueden hacer peligrar la
existencia de la humanidad.
El primer tercio de la novela apenas deja respiro mientras se suceden las
escenas de acción, incluyendo batallas en el espacio, y descubrimos los
primeros pasos de Kira y su marido además de las revelaciones sobre la nueva
civilización alienígena. Paolini opta durante toda la obra por una narración en
tercera persona pero centrada únicamente en Kira. Esto provoca lo que para mí
es un problema en una novela de esta longitud. En las novecientas páginas de Dormir en un Mar de Estrellas no hay
apenas hueco al desarrollo de otros personajes. Es solo Kira. Y en el primer
tercio ya vemos como muchos personajes que podrían haber dado profundidad y
motivación a ciertas decisiones de la protagonista apenas son usados para hacer
avanzar la trama quedando apartados de la narración para siempre.
Una vez pasado ese inicio, el libro se convierte en un viaje en nave
espacial donde, al mismo tiempo que Kira va mejorando en sus habilidades con el
traje, conoceremos a una relativamente amplia tripulación y a la inteligencia
artificial de la nave. Check. Otro elemento
que no podía faltar en una space opera.
Nuevamente, eso sí, esta IA es de las partes más interesantes de la novela y su
relación con Kira mantienen el interés durante este largo tramo de la historia.
Para mi gusto este segundo tercio de novela es la parte más aburrida y de donde
fácilmente se podrían haber recortado un significativo número de páginas.
Dormir en un Mar de
Estrellas es una novela
larga pero autoconclusiva. El final es interesante y mantiene la tensión hasta
prácticamente la última página, gracias a un buen número de escenas de acción y
algunas revelaciones sorprendentes. Es cierto que en caso de necesidad queda
algún resquicio de dónde tirar en un futuro pero la novela, tal y como esta,
está perfectamente cerrada. El final, como decía, me resultó muy acertado,
una pena que no pueda comentar nada por motivos obvios.
Llegado este momento no he hablado de la relación entre la obra que nos
ocupa y la saga de fantasía con la que Paolini se dio a conocer mundialmente: El Legado. En las notas finales de Dormir en un Mar de Estrellas el propio
autor comenta que entre estas novecientas páginas existen ciertas referencias,
supongo en nombres de planetas o personajes, a aquella colección. Personalmente
no había leído nunca a Paolini por lo que no puedo comentar nada sobre estas
referencias más que dejar aquí constancia para quien lo haya hecho y pueda
disfrutar con ellas.
Otra de las cosas que comenta el propio autor en estas notas finales es el
proceso de elaboración del libro y las decisiones tomadas en los diez años que
le ha llevado escribirlo. Un muy interesante documento que ayuda a entender la
gran planificación del libro, incluidos los diversos mapas galácticos que
salpican el libro que son ciertamente útiles en ciertos momentos de la primera
mitad de lectura.
Dormir en un Mar de Estrellas es una novela larga que se me ha hecho
larga. En buena parte por la decisión sobre el punto de vista de la novela que
limita enormemente la profundad de lo que rodea a la protagonista. También
porque el segundo tercio de la novela es un poco bajón tras el trepidante
inicio.
Pero al mismo tiempo el concepto general de la novela es muy entretenido.
El incluir muchos de los elementos que han hecho de la space opera un subgénero tan interesante hace que las sorpresas no
paren de suceder durante la lectura. La cual se complementa con una serie de
apéndices finales que merecen la pena ser leídos aun siendo un poco técnicos. Durante
muchos momentos de la lectura quería leer más y más para ver cómo se resolvían
ciertas situaciones y, gracias a eso, terminé por leer al completo Dormir en un Mar de Estrellas. Una
lectura larga, muy larga, divertida por momentos, aburrida por otros, y
con un aroma a adaptación cinematográfica que no me extrañaría ver en algún
momento.
Hola, me queda poco para terminar la novela, es decir, mi opinión no puede ser completa. Lo que pasa es que sí quiero comentar algo. Primero. Esta novela es muy simple desde el punto de vista narrativo. El hilo temporal es continuo y el foco argumental es el de la protagonista. Nada de subtramas o de contrapuntos. Eso me parece poco evocador. Es decir: todo sucede de seguido y nunca dejamos sola a la protagonista. Segundo: la novela quiere ser un guión para una película: lo clama a gritos. La novela, de hecho, es que es una película: no pretende ser una novela. Un poco triste. Además, una película holliwoodiense convencional con personajes burdos y sentimientos infantiles, cuando no absurdos directamente: frustraciones y accesos de ira propios de adolescentes típicos y tópicos de Holliwood. El autor parece querer hacerle el trabajo al guionista para quitarle a su libro cualquier cosa que difuculte el que lo lleven al cine. De hecho, como película, será mejor que como novela, cosa rara.
ResponderEliminarTercero: tiene algunos detalles que la hacen interesante -que me han llevado a no apartarla-: la presentación de un alienígena que se pega a una humana con la que va colaborando y con la que se van entendiendo. Eso es un punto. Otra cosa es un cierto suspense, vale que infantil y forzado (está claro que el autor “protege” a los suyos) pero que se hace llevadero. Tercero, una mecánica de hibernación/despertar continua, bastante verosímil, que convierte el viajar por el espacio en eso: “un viaje”, con lo que tiene cualquier viaje largo de incómodo, de aburrido o de peligroso. En Star Wars viajar es como chasquear los dedos y tomarse un café. Aquí no.
PD. En las naves viajan humanos desnaturalizados con un cerebro descomunal y desprovistos de cuerpo, que gobiernan el viaje y se llaman “Mentes de a bordo”. Se supone que son inteligentísimas. La idea que tiene el autor sobre qué es una mente superior es patética porque el autor no lo es; pero la idea sería muy buena para otras novelas. Tanto esta mente como Hal9000 dejaban que desear, no eran particularmente “interesantes”, muy listas, sí; pero no unas Ortega y Gasset, vamos. Recurso interesante, pero desaprovechado.
Paco Posadas.