Minotauro
768 páginas
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“La Rueda del Tiempo gira y las eras llegan y pasan y dejan tras de sí recuerdos que se convierten en leyenda. La leyenda se difumina, se deviene en mito e incluso el mito se ha olvidado mucho antes de que la era que lo vio nacer retorne de nuevo”
Después de una dubitativa experiencia leyendo la primera entrega de la
gigantesca saga La Rueda del Tiempo,
tenía que dar una oportunidad de comprobar qué hay detrás de una historia tan
adoraba por sus seguidores como odiada por sus detractores. Por ello, poco
después de El Ojo del Mundo, me puse
con La Gran Cacería, su continuación.
Pocas sorpresas en el arranque del segundo libro para quien haya leído el
primero. Como el propio nombre del volumen indica, los personajes de la serie
comenzaran un periplo con el objetivo de recuperar ciertos objetos mágicos que
les fueron robados durante los eventos del primer volumen. Estos objetos
permiten a quien los utilice convertirse en el Dragón del que hablan las profecías,
haciendo que las sospechas sobre la llegada de una vieja era donde la sombra
acechará a Andor y el resto de regiones del mundo ganen consistencia.
La Gran Cacería tiene un primer tercio de lectura que
difícilmente puede ser más aburrida. Tras los acontecimientos del final del
primer libro Rand, el protagonista, esta aun haciéndose a la idea de qué van a
significar para él y el resto de sus compañeros y compañeras y cómo actuar a
partir de aquí. Para ello, Robert Jordan mete al propio Rand y al resto de
secundarios en la ciudad donde estarán doscientas páginas básicamente pensando
qué hacer con sus vidas. Sin apenas eventos que eleven la tensión del texto,
las primeras horas de lectura de este segundo volumen son una cuesta arriba que
es fácil que te haga dejarlo para siempre si no lo cogiste con ganas.
Una vez se ponen las pilas, el libro va mejorando conforme pasan las
páginas. Las tramas se empiezan a diversificar y los personajes se dividen en
grupos con objetivos parecidos pero distintos al mismo tiempo. La persecución
llega hasta Falme donde comenzaremos a oír hablar de otras razas que provienen
de islas al oeste del mundo que apenas conocíamos en cierta manera hasta este
momento. Dado el cuidado que pone Robert Jordan en describir a estas razas y
darles un trasfondo de lo más racional, intuyo que este será un foco de acción
para el futuro. El último tercio de la novela, centrada en Falme, es toda una
carrera en la que apenas pude dejar de leer hasta llegar a su conclusión.
Tampoco hay sorpresas en la manera en que la historia está contada desde un
punto de vista estilístico. En el largo camino, con sus diversas variantes, que
los personajes van tomando hasta llegar a Falme, Jordan nos dará detalles sobre
ciudades abandonadas, pueblos que vieron un pasado mejor y comentarios acerca
de leyendas y profecías del pasado que llenan la mente de la gente de este
mundo. Más y más información que en ocasiones ralentiza el avance de una manera
a la que hay que estar acostumbrado en esta saga.
Reconozco que, al mismo tiempo, sigo teniendo un problema empatizando con Rand
Al’Thor, el protagonista de las dos novelas que he leído hasta el momento. Hasta
este momento me esta resultado un personaje muy plano, con aun menos carisma, y
que mucho tendrá que evolucionar en siguientes tomos para que me termine
cayendo bien. ¿Cómo? ¿Siguientes tomos?
Lo cierto es que al término del segundo libro tengo más ganas de leer el
tercero de las que tenía de leer el segundo cuando acabe el inicial. Esto no
solo es una buena señal sino que además estoy haciendo la trampa de escribir
estas líneas cuando ya me he leído dicho tercer volumen. Y sí, definitivamente,
El Dragón Renacido es el mejor tomo
de la saga hasta ese momento. Y no solo porque Rand apenas aparece en el mismo.
Pero de esto ya hablaré en otra reseña más adelante, ¡no adelantemos más
acontecimientos!
La edición por parte de Minotauro mantiene el formato y calidades de El Ojo del Mundo, con sus erratas
salpicadas por aquí y por allá. No han sido especialmente molestas para mi
experiencia con la lectura pero ojalá hubiera habido siquiera una segunda revisión
por parte de un profesional para haber dejado el texto fino. Este es un volumen
que tiene un puñado de páginas menos que las del anterior, lo que único al
formato flexibook hace que sea un
ejemplar fácil de mantener en las manos a pesar de su envergadura.
A modo de resumen, La Gran Cacería
es un tomo que en un inicio crea serias dudas sobre si la historia terminará de
despegar. Afortunadamente, la respuesta viene en la segunda mitad del libro,
cuando nos vemos inmersos en una conspiración de grandes dimensiones que,
además, ayuda a entender y dar contexto a muchos de los acontecimientos que
hemos ido viendo en las páginas anteriores y en el primer volumen. Nuevos
personajes, consolidación de algunos que ya conocíamos, nuevas razas acechando
y nuevos términos a los que acostumbrarse, todo ello envuelto en una trama que
crece según avanzas en la lectura. Todo esto hace que el sabor de boca final
haya sido significativamente mejor que el que me dejó el primer libro.
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