'Kings of the Wyld', de Nicholas Eames




KINGS OF THE WYLD
Nicholas Eames


Orbit Books
502 páginas





Es cada vez más habitual encontrar grupos musicales que retoman su actividad varias décadas después de su desaparición. Especialmente en el mundo del rock. Un buen incentivo económico en plena moda retro por aquello que triunfó cuando muchos ni siquiera habían nacido hace que numerosas estrellas cuya época dorada ya es cosa del pasado vuelvan al escenario. El resultado suele diferir pero el ruido queda hecho y la cuenta corriente recupera números positivos.


Clay ‘mano lenta’ Cooper formó parte de una gran banda llamada Saga hace más de una década. Saga no era una banda cualquiera, sino una banda de mercenarios que dedicaban su vida a cumplir misiones recorriendo el amplio territorio de la novela. Estas misiones formaban parte de lo que ellos mismos llamaban el circuito que los llevaba a aliarse con quien fuera necesario para poder recibir sus recompensas y seguir adelante. Para ello contaban incluso con managers que les llevaban la agenda de eventos a los que tenían que asistir.

Con una vida asentada junto a su mujer e hija pequeña, Clay recibe la visita de un viejo compañero de banda, Gabe, el cual quiere reunir la formación de nuevo. El objetivo es recuperar a su hija Rose quien se encuentra sitiada en una ciudad al otro lado del Heartwyld, el amplio y peligroso bosque que divide en dos el mundo de la novela. Hace una década que la banda se separó y apenas han vuelto a saber el uno del otro. Finalmente Clay acepta y se embarca en una aventura para la que inicialmente hay recuperar al resto de la banda.

Kings of the Wyld es una novela que mezcla tres géneros. Por un lado la aventura propiamente dicha. El cómo estos personajes consiguen llegar al objetivo marcado y las diferentes peripecias y problemas por las que tendrán que pasar. Por otro, la novela se envuelve de ese filtro grimdark tan de moda que hace que disfrutemos de cómo Clay y los suyos coman barro mientras se las ven con personajes asquerosos y peligrosos así como las situaciones más sucias sin que el autor escatime detalles. Finalmente, y lo más importante, Kings of the Wyld es una novela de humor. Sus páginas están llenas de comentarios jocosos, ironías, y tomaduras de pelo entre los personajes rememorando sus aventuras pasadas. Esto sin hablar de la multitud de escenas homenajeando clásicos de la fantasía así como sus tópicos, siempre desde el punto de vista humorístico.

A imagen y semejanza de esas bandas de rock que mencionaba al inicio, Clay es el bajo. Es ese elemento que apenas se valora hasta que no está. Es la persona que da cohesión para que la banda no se desgaje a la mínima discusión. Gabe, por su parte, es el líder natural. Es quien fuerza el regreso de la formación a la actividad y quien llevará la voz cantante (nunca mejor dicho). El resto de la banda, a quienes iremos conociendo mientras los van convenciendo con mayor o menor éxito, se completa con Matrick Skulldrummer quien seria, como su nombre indica, el batería. Su arma, dos afilados cuchillos a modo de baquetas. Moog es otro de los personajes de Saga. Un mago loco del que puedes esperar cualquier cosa y que en ocasiones desconcierta a la banda al completo. Finalmente conoceremos a Ganelon, quien con su hacha (a modo de guitarra, como en el argot musical) se encargara de las bestias más peligrosas con las que se topen en la aventura. Clay y Gabe iran reuniéndolos con más o menos dificultad, con alguno convertido en un falso rey y otro en figura de piedra, pero todos con ganas de volver a recorrer en Heartwyld a pesar de los achaques de la edad en alguno de ellos.

El debut de Nicholas Eames en las distancias largas es una novela muy divertida que, sin embargo, adolece de exceso de páginas. Una vez la banda se forma y hasta que estos consiguen llegar al objetivo final la sucesión de encuentros y piedras en el camino es tan infinita que por un momento resulta demasiado exagerado. Sea por lo que antes comentaba de sus referencias a clásicos de la fantasía o porque Eames quiso meter todo esto motivo argumental, el segundo tercio de la novela llega a ser agotador. Y eso a pesar de que las ocurrencias no terminan de frenarse: desde naves aéreas a criaturas enormes con las que tendrán que verse las caras. En este sentido, Eames no escatima en dar un buen repaso al bestiario clásico de la fantasía e intentar incorporar el máximo número de seres que nos resultaran muy familiares.

Kings of the Wyld es una novela con la que sacar adelante un bloqueo lector. Desde la primera página desprende humor por los cuatro costados mientras se forma una aventura cuyos retorcidos caminos llevaran a la banda a tener que revolcarse en el barro mientras se baten con las más legendarias criaturas de la fantasía. Un divertido periplo que bien se podría haber contado un centenar menos de páginas pero que, como decía al principio, recrea en concepto fantástico a esas bandas que en mayor o medida se arrastran por los escenarios de manera muy interesante. Clay y el resto de colegas sufrirán las vicisitudes de volver al fango en un momento de tu vida donde solo quieres descansar y ver los días pasar.

La obra, por cierto, tiene una segunda parte independiente titulada Bloody Rose en donde la banda está formada (únicamente por mujeres, corrección que me hacen desde Twitter) principalmente por mujeres y que protagoniza Rose, la hija de Gabe. Si es la mitad de divertida que esta, será una novela a tener en cuenta.

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