Pan McMillan / Tor
592 páginas
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Resulta interesante comprobar como Adrian Tchaikovsky se ha ido moviendo
desde una decalogía de fantasía con la que se dio a conocer hace más de diez
años, Shadows of the Apt, hacia
libros de ciencia ficción donde está explorando buena parte de los temas más clásicos
de la ciencia ficción. De hecho, hasta donde recuerdo y puedo estar equivocado,
su producción publicada en estos dos últimos años la podemos casi circunscribir
a este género salvo por pequeñas aportaciones fantásticas como la original Made Things o, algo antes, Redemption’s Blade. Hablando de un autor
que publica tres o cuatro novelas al año, su porcentaje de ciencia ficción comparada
con la fantasía es notoriamente más alto en la actualidad.
Tras el merecido éxito de Children of
Ruin el pasado año (la tan ansiada continuación de Herederos del Tiempo, la cual fue publicada por Alamut en
castellano pero de la que aún no se sabe si traducirán esta segunda parte de la
saga) llega The Doors of Eden,
donde Tchakovsky vuelve a echar toda la carne en el asador con numerosas
tramas, especies y mundos alternativos.
La novela comienza con dos jóvenes, Lee y Mal, que están al acecho de
ciertos seres mitológicos lo que las lleva en este caso a Bodmin, una zona en
ruinas situada en Cornualles, al suroeste de Inglaterra. Sin embargo, durante
su escapada, una de ellas desaparece. Cuatro años después, la desaparecida ya
no lo es tal, apareciendo nuevamente en la vida de su antigua amante. Esto, que
a priori parece una novela juvenil sin mayor pretensión, termina por
convertirse, durante buena parte de la primera mitad del libro, en un techno
thriller junto a diversos agentes del MI5 británico, científicos y otros personajes
de diversa procedencia. Nada que envidiar a series de televisión ya clásicas como
Fringe.
En paralelo a todo esto, la frenética narración se ve cada poco tiempo
interrumpida por extractos de un libro escrito por Ruth Emerson, una profesora
de la universidad de California, titulado Other Edens: Speculative Evolution
and Intelligence. Este libro nos
cuenta, desde los inicios del planeta Tierra, como pequeños cambios surgidos
durante esta evolución biológica de las especies fueron dando lugar a
diferentes planetas y realidades alternativas. Estos capítulos, no demasiado
largos pero sí densos, son una maravilla de imaginación por parte de
Tchaikovsky.
¿Recordáis la joven que había desaparecido
buscando seres mitológicos y que cuatro años después volvía a aparecer? No hago apenas spoilers si digo que los universos alternativos que se han ido
creando a lo largo de la historia del Universo están empezando a resquebrajarse
y seres de todos ellos están empezando a moverse entre realidades creando una situación
cuanto menos comprometida. La novela sigue las aventuras de los personajes por
estos mundos donde la Tierra es muy diferente de la que conocemos. Las
criaturas y seres han evolucionado de una manera, en ocasiones, muy distinta:
ratas avanzadas y difícilmente distinguibles de humanos en cuanto a
inteligencia, dinosaurios gigantes que siguen poblando de manera mayoritaria el
planeta o, como no, los tan adorados insectos que Tchaikovsky conoce tan bien y
que ya hemos visto en anteriores obras.
El añadido de estos mundos le añade un gran valor a una novela que de por
sí sería un buen techno thriller como se ve en la primera mitad de la novela, convirtiéndola
en un viaje infinito de incalculables consecuencias. Todo esto incluyendo, además,
ciertos elementos de actualidad como el Brexit, cambio climático o los
nacionalismos.
No es una novela ligera de leer, sobre todo en su segunda mitad donde la
trama se alarga ligeramente. Tiene múltiples puntos de vista, las realidades se
confunden por momentos y el viaje requiere cierta atención. No es un volumen
para una lectura rápida o en diagonal sino para dedicarle su tiempo y dejarse
llevar por el imaginario de Adrian Tchaikovsky, quien parece estar empeñado en
revisar a su manera los grandes temas de la ciencia ficción clásica. Seguramente
sea una de las novelas de ciencia ficción más completas en cuanto a dichos
elementos que he leído ultimamemente, más ambiciosa que Herederos
del Tiempo y, quizá, que su continuación Children of Ruin. Por mi parte, encantado de seguir revisando estas
ideas de la mano de sus libros.
Stanislaw Lem ya no está entre nosotros. Afortunadamente, tenemos a Tchaikovsky.
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