Carlton Mellick III
(Traducción de Hugo Camacho)
(Traducción de Hugo Camacho)
Orciny Press
254 pags
15,95€
La segunda entrega de las
bizarradas que, de la mano de la editorial Orciny Press, llegan a España se
titula “La casa de las arenas movedizas”. Su autor, Carlton Mellick III, se
estrena en castellano con, dicen, una de sus obras más accesibles. Solo cabe
echar un vistazo, como decía Alexander Páez en su reseña de esta obra, a los
títulos de las decenas de obras publicadas en su idioma original hasta el
momento para darse cuenta de que este hombre se trata de un tipo muy peculiar
y, por supuesto y como no podía ser de otra manera, muy bizarro.
Esta novela huye de
convencionalismos y nos plantea un enigmático escenario desde el primer minuto.
Nada de esperar un puñado de capítulos o a que poco a poco vayamos cogiendo cariño
a los protagonistas Polly y Pulga. Desde la primera página nos encontramos
encerrados en una especie de casa enorme que hace que estos dos niños,
hermanos, no conozcan a sus padres. Tendrán que esperar a cierta edad para que
sus progenitores se acerquen a buscarlos por lo que, mientras tanto, se
encuentran en la rutina de ir al colegio cada día y convivir con la tata que
les cuida, mantiene limpia la casa y responde a todas aquellas preguntas que,
como niños, se les va ocurriendo a lo largo de su crecimiento.
Y aunque dicho así no lo parezca,
en toda esta pequeña introducción ya encontrareis multitud de componentes
extraños que nos desubican y sorprenden a partes iguales. Uno de ellos es que al
colegio se accede a través de un supuesto programa informático que los lleva a
un lugar donde las paredes se levantan la suficiente altura como para que
siquiera puedan ver lo que hay al otro lado. Su parecido con un colegio normal
es total contando incluso con bullying
entre compañeros. Pronto algunos alumnos dejaran de ir a clase, como la teórica
novia de Pulga. Los sucesos comienzan a desencadenarse. De la casa donde viven
su día a día no se puede salir tan fácil: los “siniestros” habitan las sombras
de cualquier esquina y el pasillo al otro lado de la puerta principal está absolutamente
a oscuras, haciendo imposible ir más allá de los límites de la cocina donde se sitúa
la puerta.
El viaje de Polly y Pulga es una
continua sorpresa en búsqueda de unos padres omnipresentes durante toda la
novela. Ambos niños no dejan de nombrarlos, de hablar de ellos e, incluso, de
verlos aparecerse alrededor de ellos. A lo largo de su viaje cada puerta es
abrir un portal a otro escenario completamente diferente al anterior que dejara
tan sorprendidos a nuestros protagonistas como a nosotros mismos. La casa
parece eterna, con pisos y pisos de habitaciones, oscuridad y unos siniestros
que los persiguen sin cesar allá donde quieran esconderse.
Algunos planteamientos o
comentarios de los que seremos testigos pueden hacernos pensar que “La casa de
las arenas movedizas” es una distopía o una historia de ciencia ficción sin más.
Sin embargo, hay tantos detalles en el comportamiento de los personajes ante lo
que les sucede, tantas reflexiones que hacerse ante lo que observan, descubren
y sufren que esta novela va más allá de cualquier etiqueta: terror, fantasía,
ciencia ficción y todo aquello que nos hace disfrutar habitualmente se integran
en esta por momentos agobiante búsqueda de unos padres que, teóricamente, les iban
a recoger dentro de no mucho tiempo.
Decía en su momento con “Fantasma”
(Orciny Press, 2015) que se trataba de una experiencia lectora absolutamente diferente
a lo habitual. Con “La casa de las arenas movedizas” vuelve a quedarme esa
impresión. No tanto por la estructura narrativa, que es estándar y para nada
innovadora, sino en cómo integra componentes teóricamente imposibles en una adictiva
historia de persecuciones, sorpresas, trauma familiar, juventud y búsqueda de
la verdad de todo aquello que se les ha contado a los protagonistas a lo largo
de su vida. Solo la capacidad de maravillarnos puede poner límites a “La casa
de las arenas movedizas”. Por tamaño de casa que no quede.
Siendo de Orciny tras leer Fantasma, le tenía ganas; ya con la de reseña de Alex tenía claro que lo quería leer, pero ahora vienes y me rematas. Un abrazo^^
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