Título: "Los chicos que coleccionaban tebeos"
Autor: Julián M. Clemente y Helio Mira
Páginas: 208
Editorial: Panini
Cuando buena parte de las
historias de este libro sucedían, sea de la misma manera o muy similares, yo
apenas tenía conciencia de ser humano. En la segunda mitad de la década de los
ochenta, un servidor apenas estaba comenzando a decir sus primeras palabras y a
tener sus primeros pensamientos. Este hecho, sin embargo, no hace que la
lectura de este libro sea menos disfrutable, ya que alguna aventura similar
pude vivir en mis propias carnes a principios de los noventa.
Bien es cierto que aunque sea una
ciudad pequeña en el panorama nacional, donde he vivido la mayor parte de mi
vida es una capital de provincia, por lo que tenía bastantes quioscos a los que
acudir y, en la mayoría de los casos, sí pude conseguir los pocos tebeos que coleccionaba
en aquel momento. Aun así, lo contado en “Los chicos que coleccionaban tebeos”
es un relato que en mayor o menor medida, nos va a resultar muy conocido a
todos los que tenemos casi la treintena de años, y si tienes más de esa cifra,
mucho más.
La historia se estructura en dos
partes temporales. Por un lado, centrada en el reciente 2012, un punto de vista
más adulto y actual, con más responsabilidades, pero que tiene mucho que ver
con lo vivido durante lo relatado en la otra parte, la de la segunda década de
los ochenta. En ésta, la principal del libro, conoceremos a los protagonistas
de las aventuras en un pequeño pueblo para ir consiguiendo los respectivos números
de las colecciones que deseaban seguir. Las gymkhanas
que realizan para recorrer todos los quioscos y no perderse un momento de las
aventuras de sus personajes favoritos, la dura racionalización de las pagas de
sus padres para poder comprar el máximo número de tebeos, o el proceso de
descubrir nuevos personajes, ya sean de la inicialmente favorita Marvel o de la
posteriormente descubierta DC Comics, así como el descubrimiento de las desconocidas
“librerías especializadas”. Estas y muchas más son la base sobre la que se
asienta toda la historia de “Los chicos que coleccionaban tebeos”.
Este libro, sin embargo, puede
que a las personas más jóvenes, esos chavales que apenas han llegado a la
veintena, les sea como hablarles de un radiocasete, algo completamente anticuado
y al que no merece la pena dedicarle tiempo. Reconozco que a mí “Los chicos que
coleccionaban tebeos” me gusta por los recuerdos que entraña y lo que significa
para los que hemos vivido algo parecido en muchos casos. Pero también hay que
decir que pertenece a una realidad que (¿afortunadamente?) ha pasado a mejor
vida y que será difícil que atraiga a lectores de menor edad, más allá de la
propia curiosidad que alguno pueda tener aunque, como ocurre en muchas
ocasiones, es interesante conocer de dónde venimos para saber dónde estamos y,
sobre todo, a dónde vamos.
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