Hanna Jameson
Penguin Random House - Viking
400 páginas
Al igual que en la gran mayoría de las obras apocalípticas que, en
cualquier medio, se vienen publicando en los últimos años, ‘The Last’ comienza
al mismo tiempo que el acontecimiento catastrófico propiamente dicho. La cuenta
atrás del mundo tal y como lo conocemos se acelera y los personajes de la
novela tendrán que sobrevivir a pesar de todo. Y a pesar de ellos mismos.
Este acontecimiento inicial suele tener varias interpretaciones dependiendo
de los orígenes o preocupaciones del escritor o escritora. Es muy común el caso
de la infección que se expande a toda velocidad por todo el planeta. No hay más
que ver las innumerables historias de zombies publicadas en la última década.
Hay autores que también han optado por una invasión alienígena o, algo más
cercano, una subida del nivel del mar debido al cambio climático. El caso que
nos ocupa es otro de los grandes tópicos de la literatura catastrofista: el
ataque nuclear. ¿Qué sucede si los países del mundo deciden atacarse con bombas
nucleares? ¿Y si toda comunicación se corta y no hay manera de conocer que está
sucediendo más allá de su radio de visión?

‘The Last’ tiene una estructura atractiva que sirve para enganchar a
cualquier lector desde la primera página. Su formato de diario escrito día a
día por el propio Jon Keller arranca de manera muy rápida con capítulos cortos,
llenos de información escritos a toda prisa por el protagonista, quien
desconoce en ese momento que los acontecimientos que están teniendo lugar
durarán más tiempo del que preveía. El primer tercio del libro, por tanto, nos
durará apenas un rato mientras lo devoramos.
A partir del día 50, sin embargo, Jon Keller empieza a contar las cosas con
más detalle, con capítulos más largos y escenas más elaboradas que nos
permitirán ir conociendo a la mayoría de las veinte personas que, a esta altura,
quedan sobreviviendo en el hotel. Una amalgama de orígenes, religiones, costumbres
y puntos de vista que serán difíciles de poner de acuerdo para las decisiones
más complejas. En cierta manera me ha recordado a “Fuego”, de Joe Hill.
Afortunadamente en esta ocasión la escritora no desperdicia cientos de páginas
en esta materia.
Jon intentara descubrir, pista a pista, quien es el asesino de ese cuerpo
encontrado en el hotel, donde comienzan las dudas entre los ocupantes sobre qué
está pasando ahí fuera. No hay noticias o medio de comunicación alguna con el
exterior. Algo que no todo el mundo lleva de la misma manera. En este momento
de tensión también florecen algunas tensiones políticas muy de actualidad en
nuestro mundo real que hacen de ‘The Last’ una novela vigente. La acción de la
novela es, en esta ocasión, lenta, más centrada en descubrir las inquietudes de
los diferentes personajes del hotel. En un segundo plano quedan otras
preocupaciones como la de los alimentos y como estos se racionan para que dure
lo máximo posible.
Uno de los problemas que le he encontrado a ‘The Last’ es que el
descubrimiento del cuerpo al inicio de la novela, suceso que promete ser el
principal hilo conductor de la novela, se diluye rápidamente en un Jon Keller
buscando inocentemente un culpable por las habitaciones del hotel mientras el
resto de personajes no le prestan atención alguna. Incluso al propio
protagonista no parece importarle durante una gran cantidad de páginas. Por
otro lado, los grandes misterios de la novela se muestran prácticamente de
golpe en el último puñado de páginas, de manera precipitada y, siendo sincero,
increíble por momentos. No sé si achacárselo a como la autora ha querido
desvelar los misterios o a la utilización de Jon Keller como narrador algo
desconfiable, muy plano en mostrar ciertas emociones o acontecimientos.
Sin embargo, no puedo dejar de reconocer que cómo se trata el aislamiento
de estos personajes en el hotel me ha resultado interesante y no he podido
dejar de leer hasta el final de la novela. La gran cantidad de tópicos que se
aparecen se ven compensado con una acertada estructura de capítulos que hacen
de ‘The Last’ una novela que atrapara a multitud de lectores. Su duración es
corta, poco más de trescientas páginas y, aunque no es una novela que
recomendaría a un lector asiduo de novelas del fin de mundo o criminales dada
la superficialidad con la que trata ciertas tramas, creo que puede tener un
público generalista al que esta novela puede agradar mucho.
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