'The Last', de Hanna Jameson




THE LAST
Hanna Jameson


Penguin Random House - Viking
400 páginas


Al igual que en la gran mayoría de las obras apocalípticas que, en cualquier medio, se vienen publicando en los últimos años, ‘The Last’ comienza al mismo tiempo que el acontecimiento catastrófico propiamente dicho. La cuenta atrás del mundo tal y como lo conocemos se acelera y los personajes de la novela tendrán que sobrevivir a pesar de todo. Y a pesar de ellos mismos. 


Este acontecimiento inicial suele tener varias interpretaciones dependiendo de los orígenes o preocupaciones del escritor o escritora. Es muy común el caso de la infección que se expande a toda velocidad por todo el planeta. No hay más que ver las innumerables historias de zombies publicadas en la última década. Hay autores que también han optado por una invasión alienígena o, algo más cercano, una subida del nivel del mar debido al cambio climático. El caso que nos ocupa es otro de los grandes tópicos de la literatura catastrofista: el ataque nuclear. ¿Qué sucede si los países del mundo deciden atacarse con bombas nucleares? ¿Y si toda comunicación se corta y no hay manera de conocer que está sucediendo más allá de su radio de visión?

La escritora Hanna Jameson sitúa la acción de la novela en Suiza, donde Jon Keller asiste a una convención de negocios en un hotel alejado de toda civilización. Durante un desayuno empiezan a llegar, a través de los dispositivos móviles y de la televisión, noticias de ataques nucleares que están devastando ciudades enteras: Londres, Washington… hasta que dichas redes dejan de funcionar y el desconocimiento se adueña de todos aquellos que se encuentran en el hotel sin saber nada de lo que ha sucedido ahí afuera. La incertidumbre de los primeros días se acrecienta cuando Jon descubre el cadáver de una niña pequeña en un depósito de agua del hotel. Al mismo tiempo, durante los primeros días de ausencia de noticias, algunos clientes huyen del hotel intentando buscar una salida a un aislamiento desconocido en la era de las tecnologías y la información.

‘The Last’ tiene una estructura atractiva que sirve para enganchar a cualquier lector desde la primera página. Su formato de diario escrito día a día por el propio Jon Keller arranca de manera muy rápida con capítulos cortos, llenos de información escritos a toda prisa por el protagonista, quien desconoce en ese momento que los acontecimientos que están teniendo lugar durarán más tiempo del que preveía. El primer tercio del libro, por tanto, nos durará apenas un rato mientras lo devoramos.

A partir del día 50, sin embargo, Jon Keller empieza a contar las cosas con más detalle, con capítulos más largos y escenas más elaboradas que nos permitirán ir conociendo a la mayoría de las veinte personas que, a esta altura, quedan sobreviviendo en el hotel. Una amalgama de orígenes, religiones, costumbres y puntos de vista que serán difíciles de poner de acuerdo para las decisiones más complejas. En cierta manera me ha recordado a “Fuego”, de Joe Hill. Afortunadamente en esta ocasión la escritora no desperdicia cientos de páginas en esta materia.

Jon intentara descubrir, pista a pista, quien es el asesino de ese cuerpo encontrado en el hotel, donde comienzan las dudas entre los ocupantes sobre qué está pasando ahí fuera. No hay noticias o medio de comunicación alguna con el exterior. Algo que no todo el mundo lleva de la misma manera. En este momento de tensión también florecen algunas tensiones políticas muy de actualidad en nuestro mundo real que hacen de ‘The Last’ una novela vigente. La acción de la novela es, en esta ocasión, lenta, más centrada en descubrir las inquietudes de los diferentes personajes del hotel. En un segundo plano quedan otras preocupaciones como la de los alimentos y como estos se racionan para que dure lo máximo posible.

Uno de los problemas que le he encontrado a ‘The Last’ es que el descubrimiento del cuerpo al inicio de la novela, suceso que promete ser el principal hilo conductor de la novela, se diluye rápidamente en un Jon Keller buscando inocentemente un culpable por las habitaciones del hotel mientras el resto de personajes no le prestan atención alguna. Incluso al propio protagonista no parece importarle durante una gran cantidad de páginas. Por otro lado, los grandes misterios de la novela se muestran prácticamente de golpe en el último puñado de páginas, de manera precipitada y, siendo sincero, increíble por momentos. No sé si achacárselo a como la autora ha querido desvelar los misterios o a la utilización de Jon Keller como narrador algo desconfiable, muy plano en mostrar ciertas emociones o acontecimientos.

Sin embargo, no puedo dejar de reconocer que cómo se trata el aislamiento de estos personajes en el hotel me ha resultado interesante y no he podido dejar de leer hasta el final de la novela. La gran cantidad de tópicos que se aparecen se ven compensado con una acertada estructura de capítulos que hacen de ‘The Last’ una novela que atrapara a multitud de lectores. Su duración es corta, poco más de trescientas páginas y, aunque no es una novela que recomendaría a un lector asiduo de novelas del fin de mundo o criminales dada la superficialidad con la que trata ciertas tramas, creo que puede tener un público generalista al que esta novela puede agradar mucho. 

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